La rebaja que se efectuó del precio de los abonos del Valencia, pactada con la anterior directiva, no ha dado sus frutos
J. CARLOS VALLDECABRES | .-
J. CARLOS VALLDECABRES | .-
Desde que el Valencia anunció esta semana que la junta se celebrará el próximo 10 de diciembre, un buen número de accionistas -incluidos los mismos patronos de la Fundación- se han calado las gafas para escarbar en las cuentas que han salido a la luz. Es lo habitual y Amadeo Salvo y su grupo de consejeros no se van a librar de que los datos sean escaneados, tanto por parte de sus simpatizantes como de los escépticos, sin olvidar también a los críticos (incluidos los ex). Al final, y como todo el mundo sabe, la papeleta de Aurelio Martínez -con ese 70 % de acciones de la Fundación- sepultará la trascendencia de las voces que se escuchen en el Palacio de Congresos.
Para Salvo y sus directivos será la primera vez que reciban, por así decirlo, fuego de verdad por parte del accionariado. En las juntas sólo hay munición real. Y hay cuestiones por las que se les va a pasar factura. Desde la marcha deportiva (el equipo no ayuda en estos momentos) hasta el gasto por el despido de Braulio, pasando por el manoseado tema del voto de la Fundación, sin olvidar cuestiones del calado del nuevo Mestalla, la debatida venta o no venta del club y el patinazo, por ejemplo, en la campaña de abonos.
Fue este último aspecto uno de los apuntes en los que más se mojó en su momento Amadeo Salvo. Cuando todavía era patrono, el ahora presidente abanderó la recuperación de la masa social valencianista, cuya tendencia en número de abonados ha ido en caída libre los últimos años. Pensar que el Valencia tiene hoy en día dificultades para llegar a los 35.000 socios, mejorando por poco los del año pasado, es motivo de honda preocupación.
De hecho, la partida presupuestaria de ingresos por la venta de abonos se ha situado en 11,1 millones de euros, lejos de los 14,8 millones que se recaudaron la temporada pasada, con Manuel Llorente al frente. Ayudó poco, por no decir nada, que el equipo no se colara en la Champions pero ni la rebaja sustancial del precio de los pases ha logrado evitar el batacazo y que Salvo haya quedado en fuera de juego.
Se pensaba antes del verano que el descenso del precio de los abonos se iba a ver compensado por el incremento del número de socios. Se cede de un sitio para subir del otro y lograr así un equilibrio al menos. Lo creía el anterior consejo, que consultó al patronato, y lo pensaba éste. Pero no ha sido así. ¿Qué hay que hacer? La respuesta para el futuro la ha dado el nuevo responsable de marketing de la entidad y hombre al que se ha arrojado con una fe desorbitada este consejo: Louis Vicente Douwens.
En opinión de Douwens, la reducción de los precios es una buena medida pero hay que hacerla bajo otros parámetros a los que el Valencia ha aplicado. «Hay que reconocer que no ha sido suficiente para traer más abonados como se pensaba en un primer momento. Es verdad que viene más gente pero no en la medida que nos habíamos propuesto y de ahí que la recaudación haya bajado. Hemos tomado buena nota y la próxima temporada se hará mejor. Hay que promover rebajas pero con mejor diseño, hacerlas más selectivas», expresa el directivo Miguel Ángel Gil de Pareja.
Considera Douwens que hay que adaptar aún más el abanico de precios y de rebajas. El Arsenal, por ejemplo, tiene hasta 24 tipos de localidades. Es decir, aplicar el descuento con más énfasis donde haya que aumentar la fidelidad y mantenerlos donde se esté seguro de que va a existir una demanda.
Es indubable, por esto y por otras muchas circunstancias, que el Valencia actual está a dieta. Los 90 millones de presupuesto que ha fijado la directiva para el presente ejercicio son un claro ejemplo de que la situación no es exultante. Prevé el consejo, en este primer cálculo que llevará a la asamblea, que la temporada se cerrará con un mínimo beneficio: 207.000 euros. En una situación 'normal', por así decirlo, que el Valencia tuviera este pellizco de ganancias podría suponer incluso un motivo de satisfacción. El problema es que esa cifra no puede ocultar la realidad. Y esa no es otra que los 352,64 millones de euros que debe actualmente el club.
Esta 'condena' que ha heredado Salvo, y que en mucha mayor medida le tocó lidiar a Llorente en 2009, es la que deja al Valencia atado de pies y manos. Este año hay un matiz importante en esos 352 millones que se deben. De ese porrón de dinero, 41,4 están incluidos en el capítulo de largo plazo y 311,24 millones en el de corto plazo por esa deuda que se mantienen con Bankia y que no se ha refinanciado todavía por culpa del famoso aval.
Al menos, la previsión es que el Valencia no se vea obligado esta temporada a vender más jugadores. Con lo de Tino, Soldado y Valdez, más algunos otros conceptos que s ehan cobrado (Jaume Costa, por ejemplo), se cubren los 25,8 millones fijados en el apartado de enajenación de inmovilizado. Eso sí, dependerá de cómo transcurran las otras partidas. Si fallan , no quedará otro remedio que echar mano de la venta de jugadores para amortiguar.
De hecho, una de las partidas más ambiciosas es la de ingresos por publicidad. Con Douwens al frente se confía en llegar a los 16,7 millones de euros, más que los anteriores aunque por debajo de los niveles que se marcaron en 2010 y 2011. «Es una parte importante de hacia dónde va el nuevo Valencia. No podemos depender cada año de vender a 'villas' o entrar en la Champions».
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