@pacolloret_
Hace unos cuantos años, cuando la antigua RTVV aún lucía el 9 a la espalda, se organizó un torneo de fútbol base que constituyó un éxito en todos los sentidos: de organización y de audiencia. Otros tiempos, aunque ya se barruntaba lo que después ha sucedido. La competición desapareció cuando una pandilla de desalmados asaltó sin escrúpulos la casa con la colaboración interesada de algunos emboscados. Pero esa, es otra historia, tan triste como miserable.
En una de aquellas ediciones surgió, con apenas 12 años, el hijo de Tendillo, formando parte del Valencia. También se pudo ver al descendiente de otro ilustre del valencianismo: Fernando Gómez.
Su presencia constituyó un aliciente extraordinario, resultaba inevitable fijarse en las maneras de ambos, analizar su estilo con detenimiento y valorar si algún día llegarían tan lejos como sus progenitores. El peso del linaje, en definitiva, para bien o para mal les convertía en centros de atención. Mientras Víctor Gómez, defiende en la actualidad los colores del Atlético de Madrid, tras un paso más que controvertido por la escuela de Paterna, y después de haber recalado un par de campañas en el Espanyol, Alberto Tendillo sigue en la disciplina valencianista, contra viento y marea, con la ilusión de sentar un precedente en el Valencia: ser el primer hijo de un jugador que llegue al primer equipo. Al respecto, existe un precedente de valor relativo, el de Manolo Mestre, que siendo entrenador en la temporada 81-82, alineó a su hijo en un partido ante el Atlético de Madrid correspondiente a una jornada de huelga en la que no actuaron los profesionales de la plantilla.
Este verano, Tendillo ha participado con la selección española en el COTIF, el prestigioso torneo de fútbol junior que se celebra en L’ALcúdia. Su presencia no ha pasado desapercibida, Alberto rindió a un excelente nivel, fue titular en la final contra Argentina y demostró que de casta le viene al galgo. Las comparaciones son injustas y engañosas, a su edad, 18 años, Miguel, su padre, ya evidenciaba una precocidad sorprendente que le permitió ser titular en aquel Valencia de Kempes y compañía, además de entrar por la puerta grande de la selección española que acudió a la Euro de Italia 80. Sin embargo, se nota que Alberto ha recibido la herencia genética familiar. Su serenidad y confianza con el balón en los pies evocan la tranquilidad con la que actuaba su padre.
Sin embargo, el porvenir del central de Moncada se ve ahora amenazado por un conflicto interno de apariencia absurda. Tendillo ha pasado de ser una promesa en ciernes a quedarse en tierra de nadie, no juega en el equipo juvenil ni tampoco en el filial. La alargada sombra de los hermanos Toldrá, enfrentados abiertamente con el club valencianista, planea sobre el asunto. El conflicto afecta al joven valor en un momento crucial de su carrera, sin comerlo ni beberlo se halla en el centro de la batalla. El Valencia ha de velar por sus intereses y aprovechar en su beneficio toda la formación prestada a un jugador, valencianista de pura cepa, durante tantos años que solo suspira por emular a su padre y defender el mismo escudo.
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