Mathieu, veloz en las ayudas defensivas y lúcido en la salida de balón, destaca en un bloque competitivo
08.03.2013 | 02:30
PASCUAL CALABUIG
El Valencia ha perdido la ocasión de continuar en la competición madre del Viejo Continente, la Liga de Campeones, pero el partido dio para extraer conclusiones esperanzadoras. La más plausible: el descubrimiento como central zurdo de Jérémy Mathieu. Sin olvidar el estreno en la Romareda, con el de este miércoles el francés ha jugado 180 minutos a una gran altura en la posición de zaguero titular al lado de Víctor Ruiz. Dos partidos casi perfectos, a excepción del resbalón accidental en los minutos finales del derbi.
Un hallazgo made in Valverde, que creía firmemente en las opciones de éxito. «No tengo duda de que Mathieu puede jugar ahí. Jérémy tiene muchas cualidades para hacer de central. Es rápido, va bien por arriba, va cogiendo poco a poco la posición? Además, en esa demarcación controla mejor el esfuerzo. Para nosotros es una buena noticia. Tenemos sólo tres centrales y que él se desenvuelva ahí también nos ayudará mucho en la temporada», comentó el técnico.
Durante 90 minutos en el Parque de los Príncipes Mathieu demostró „y en un envite de máxima exigencia„ las facultades por las que la posición de central le encaja como anillo al dedo. La potencia de Jérémy abortó un par de contragolpes en el primer acto y alguno más en el segundo. El ´22´ acabó en carrera con la velocidad de Lavezzi y Moura, la que tanto daño hizo en la ida (1-2). Fulgurante a los cortes y en sus ayudas a hombres como Víctor o Barragán. A sus virtudes físicas, el galo unió solvencia en el juego de cabeza y, sobre todo, destreza para sacar en corto o en largo el esférico. Por ejemplo, como hizo con un preciso cambio de juego de más de 30 metros. El zurdo, con Rami y Ricardo lesionados, apunta de nuevo al once en Bilbao.
El Valencia creció desde la seguridad. Los laterales cerraron herméticamente los carriles. Sin embargo, en las labores ofensivas no dieron con centros capaces de hacer daño a Thiago y Alex, dos frontones a los que no incomodan los balones colgados. A pesar de que el tanto del PSG nace en una pérdida, este miércoles los regalos fueron menos y la presión más asfixiante limitó la peligrosa verticalidad del rival. El trabajo dio frutos. La muestra fue el gol de Jonas, logrado tras un robo en zona de tres cuartos de Tino Costa. No obstante, los circuitos dejaron de funcionar cerca del área de Sirigu. Sólo un chispazo de Jonas dentro del apagón.
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