El Consell sitúa al frente de la entidad a un experto en finanzas, socio y accionista del club, para que alcance un acuerdo con Bankia
JUAN CARLOS VALLDECABRES | VALENCIA.-
Federico Javier Varona García. Es el elegido para presidir la Fundación del Valencia, el hombre que sustituirá en el cargo dentro de semana y media al director general del Deporte, Mateo Castellá. Socio, accionista del Valencia y persona que se desenvuelve de maravilla en el complicado mundo de las finanzas. Cumple tres de los requisitos básicos para comandar una nave que en los próximos meses se volcará de lleno en buscar la solución ideal para resolver el apretado nudo accionarial y económico que tiene la Fundación con Bankia.
Será Varona el sexto presidente de un organismo que actualmente posee el 70% de las acciones del club, que el próximo 26 de agosto tiene que hacer frente a 4,8 millones de euros por el pago de los intereses anuales y que en 2014 debería abonar 45,3 y en 2015 otros 45,3 millones. Es lo que se le debe a un banco que se ha visto de la noche a la mañana en fuera de juego debido a una sentencia judicial y con un escenario que no quería ni imaginar.
Precisamente por esas cuentas pendientes, tras liberarse la Generalitat del aval bancario, es por lo que el mismo día en que se estrene el nuevo patronato elegirá a Federico Varona, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universitat de València, máster en Asesoría Fiscal, auditor censor jurado de cuentas, administrador concursal y secretario del Colegio Oficial de Economistas. Ese largo currículo se ajusta milimétricamente al perfil idóneo del que habló en su día José Císcar. Es decir, lejos de buscarse un hombre de referencia y con gancho dentro del valencianismo, se ha optado claramente por una figura desconocida a nivel futbolístico pero de marcado carácter técnico. Al fin y al cabo, el calendario que hay por delante está plagado obligatoriamente de citas con Bankia, entidad condenada a convertirse en dueña del Valencia dentro de apenas cinco meses, cuando la Fundación no pueda hacer frente al vencimiento de los intereses de 2013. A Varona le queda el reto de conseguir lo que no pudo lograr Társilo Piles, quien arrojó la toalla después de no llegar a ningún acuerdo con el banco.
Tras la negativa del primer favorito, Juan Martín Queralt, ahí reside uno de los argumentos que justifican la apuesta por Varona. Hay tanto de que hablar que a los responsables de Bankia en Madrid les es mucho más cómodo buscar puntos en común con un hombre como Varona que tener por interlocutor a otro profesional menos docto en materia tan espinosa. Fundación y Bankia están condenados a entenderse, de la misma manera que Generalitat y banco también buscan puentes de diálogo.
De cualquier forma, a Varona también le corresponderá la difícil tarea de encontrar un equilibrio entre la descomunal deuda para una Fundación que apenas genera ingresos y el trance de buscar un comprador para el Valencia. Con la elección de presidente y la entrada de nuevos miembros en el patronato, la Generalitat corta sus vínculos con la Fundación, a la espera de ver si conserva la plaza dentro del grupo de representantes institucionales.
Otro de los desafíos de Varona es cerrar la composición definitiva del patronato. El gobierno valenciano está desplegando una intensa ronda de contactos con profesionales que se ajustan al perfil técnico elegido pero topa con la reticencias de muchos de ellos, poco dispuestos a pasar a la historia como los hombres que vendieron el Valencia. Sin embargo, hay 15 días por delante para limar asperezas. El nuevo presidente ya ha mantenido reuniones en su despacho profesional del centro de Valencia con algunos de los que quiere que le acompañen en este enrevesado viaje. Pese a no sentirse seducidos por la fórmula que les han puesto encima de la mes, personalidades del prestigio de Aurelio Martínez o José María Tomás y Tío podrían terminar aceptando el cargo de patronos.
En su agenda de trabajo tiene subrayada Varona la búsqueda de esa tranquilidad que necesitan tanto Bankia como el Valencia, al que tanto vaivén institucional impide incluso cerrar cuestiones aparentemente sencillas como la renovación del entrenador.
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