Vamos a hablar de la confianza. Gracián escribió que esa seguridad puede convertirse en preludio del descuido, pero por otro lado se trata de una necesidad innata del ser humano. Para realizar un trabajo es tan importante que alguien tenga confianza en sí mismo como que la tengan en él sus compañeros de viaje. Y ambas circunstancias concurren en Mauricio Pellegrino, que acaba de tomar las riendas del Valencia.
En la media distancia el Flaco es un tipo parco de palabra, introvertido y soso (aunque sus íntimos dicen que tiene mucho sentido del humor). Pero al ver su presente y escuchar su discurso, uno se queda con la creencia de que tiene las ideas claras y confianza en sí mismo, de que es listo porque se ha rodeado de personal cualificado, y de que con sus vivencias está convencido de suplir la falta de experiencia.
Pellegrino merece el beneficio de la confianza. Temporal, sí; pero confianza. La misma que se le da a un jugador cuando se le evalúa. Aunque el fútbol es inmediatez y resultados, las conclusiones precipitadas por dos o tres partidos inducen al error. En la reciente historia del Valencia hay muchos botones de muestra. Hasta al peor político, ¡y mira que los hay malos!, se le conceden los tradicionales cien días antes de opinar de su labor.
A botepronto hay varias cosas de él que me han gustado. No se le puede aplicar ese eufemismo de que a un argentino hay que comprarlo por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale. No es de esa raza. Ha recordado que en el fútbol lo que dices hoy, mañana se da vuelta a la página. No tiene nada de arrogante y sí mucho de ser de los que piensan lo que dicen y además dicen lo que piensan, y si no, callan. Ha bebido de buenos maestros y es el tiempo quien dirá si fue un alumno aventajado. Ahora mismo sólo se le puede dar confianza y decir ¡manos a la obra!
http://luisfu.blogspot.com.es/2012/06/manos-la-obra.html
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