¿Vale la pena caer de la Champions y hacer carrera en la Europa League? No. Rotundamente no. Lo que le ha pasado al Valencia es un ejemplo de ello. Quien creía que caer de la primera competición europea no era del todo malo, porque así se podía hacer historia jugando una final como la de la Europa League, tiene ahora tiempo para lamentarse. El Valencia ha perdido por primera vez en su historia una semifinal europea -siempre que llegó a esta eliminatoria alcanzó la final- y se queda sin prestigio y también sin un pellizco interesante -por la necesidad de ingresos que hay- de dinero.
Interesante porque más vale poco que nada. Pero la Europa League no tiene nada que ver con la Champions y sólo hay que ver las tarifas que puso a principio de temporada la UEFA para darse cuenta de que es, a todas luces, un premio de consolación. El Valencia aspiraba a meterse en la final y a rellenar su caja fuerte con una cantidad mínima de dos millones de euros, lo que percibirá el subcampeón de esta competición. El que gane la Europa League se lleva un premio de tres millones de euros. A estas sumas hay que añadir el porcentaje que repartirá la UEFA por televisión.
Con el Valencia jugándose este domingo en Málaga una plaza para la futura Champions, ya puede estar en alerta el equipo porque los premios de la Liga de Campeones son muchísimos más atractivos que los de la Europa League. Este año, la UEFA daba en Champions como mínimo a cada equipo 7,2 millones por la fase de grupos. La victoria se pagaba a 800.000 euros y 400.000 por el empate. En cambio, a los equipos de la Europa League les caían 640.000 euros de fijo; el triunfo se pagaba a 140.000 y el empate a 70.000. La diferencia es abismal. El Valencia jugó los dieciseisavos (200.000 euros), los octavos (300.000), los cuartos (400.000) y la semifinal (700.000).
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