La liga bipolar, de momento, se ha quedado en bicolor: azul y grana. Esos son los tintes que la distinguen, los del Barça y el Levante. Los profetas profesionales, y los aficionados pero interesados, tipo Del Nido, no habían previsto algo así. Ni por asomo. De momento, pues, siguen fallando, como casi siempre, aunque ni aprenden ni se desengañan. Al contrario, siguen erre que erre, diagnosticando grandes catástrofes para el fútbol español. A ver si, como parece, el Madrid se anima, y dejan de darnos la tabarra con esos dictámenes tan pesimistas.
Al Levante, este liderato compartido le llega en el mejor momento, porque va a tener quince días por delante para saborearlo, lo cual, para su sufrida afición, "forjada en el yunque de la adversidad", en acertada definición de Paco Gandía, es como un bálsamo reparador de todos los disgustos y contratiempos que históricamente ha sufrido en sus carnes. Da gusto comprobar el placer que siente esta gente, enviando mensajes sin parar, para recodar su condición de invictos, su privilegiada posición por delante de xotos y vikingos, su impecable trayectoria de matagigantes... Un gustazo, verles tan felices.
Este Levante constituye un modelo de cómo, en el fútbol, al dinero se le puede plantar cara. Por encima del negocio está el sentimiento y además de la industria, cuenta también el juego, con su componente incontrolable de azar y, por su puesto, la pericia, la experiencia, la voluntad y el estado de ánimo de los futbolistas que, al fin y al cabo, independientemente de que ganen más o menos, son los protagonistas que hacen decantar los resultados de un lado o del otro. La Liga, a parte del monologo Madrid-Barça, está cada vez más igualada y la distancia entre el resto de los equipos se ha acortado tanto que las emociones no cesan. Quien finalmente la gane, lo hará a pulso.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/10/04/bipolar-liga-bicolor/845146.html
Al Levante, este liderato compartido le llega en el mejor momento, porque va a tener quince días por delante para saborearlo, lo cual, para su sufrida afición, "forjada en el yunque de la adversidad", en acertada definición de Paco Gandía, es como un bálsamo reparador de todos los disgustos y contratiempos que históricamente ha sufrido en sus carnes. Da gusto comprobar el placer que siente esta gente, enviando mensajes sin parar, para recodar su condición de invictos, su privilegiada posición por delante de xotos y vikingos, su impecable trayectoria de matagigantes... Un gustazo, verles tan felices.
Este Levante constituye un modelo de cómo, en el fútbol, al dinero se le puede plantar cara. Por encima del negocio está el sentimiento y además de la industria, cuenta también el juego, con su componente incontrolable de azar y, por su puesto, la pericia, la experiencia, la voluntad y el estado de ánimo de los futbolistas que, al fin y al cabo, independientemente de que ganen más o menos, son los protagonistas que hacen decantar los resultados de un lado o del otro. La Liga, a parte del monologo Madrid-Barça, está cada vez más igualada y la distancia entre el resto de los equipos se ha acortado tanto que las emociones no cesan. Quien finalmente la gane, lo hará a pulso.
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