J. V. Aleixandre
La desautorización judicial que ha sufrido la Liga de Fútbol Profesional (LFP) viene a sumarse a la deslegitimación que arrastra desde que sus dirigentes se opusieron al cambio de fecha que pedían los futbolistas en Navidad. Entonces, la LFP, arguyó que el calendario era intocable. Ahora, ese mismo argumento no valía ante el paro patronal que pretendía llevar a cabo. Una incoherencia muy propia de quien ejerce el poder de forma arbitraria (si es que hay alguna otra forma diferente de ejercitarlo que, por lo que uno conoce, diría que no. El mando es, esencialmente, veleidoso, cuando no, tiránico).
Esta sinrazón en la que viven instalados la gran mayoría de los directivos, se agudiza cuando la LFP tiene la desfachatez de asegurar, mediante un comunicado oficial, que el fútbol profesional sufre "agravios comparativos respecto a otros sectores de la economía española". En efecto: que se lo pregunten a los constructores, a las industrias en reconversión, a la agricultura, a los azulejeros de La PlanaÉ
Hasta el momento, la LFP ha sido incapaz de disciplinar las finanzas de sus afiliados y de impedir que se comporten como lo que jurídicamente son: sociedades anónimas con los mismos derechos y deberes que cualquier otra empresa. Ni siquiera logra imponer un modelo de explotación de los derechos televisivos, aunque sea copiando fórmulas de éxito de otro países. Quejarse de agravios, cuando la deuda total del fútbol ronda los 4.000 millones de euros, de ellos, casi 700 a la Seguridad Social y a Hacienda, o sea al mismo Estado al que pretenden chantajear, es un sarcasmo. Ahora ya no vale comprometerse a pagar en cómodos plazos, después de haberlos incumplido reiteradamente, cuando la Administración puso en marcha sendos planes de saneamiento del fútbol en 1985 y1991, mediante los cuales se les condonó a los clubes 50.000 millones de pesetas de la época. También entonces hicieron propósito de enmienda y fue otra tomadura de pelo.
Si tuviera vergüenza, el fútbol cerraría el pico y haría mutis con las orejas cachas. Pero la mayoría de sus directivos son así de chuletas... con dinero ajeno.
Esta sinrazón en la que viven instalados la gran mayoría de los directivos, se agudiza cuando la LFP tiene la desfachatez de asegurar, mediante un comunicado oficial, que el fútbol profesional sufre "agravios comparativos respecto a otros sectores de la economía española". En efecto: que se lo pregunten a los constructores, a las industrias en reconversión, a la agricultura, a los azulejeros de La PlanaÉ
Hasta el momento, la LFP ha sido incapaz de disciplinar las finanzas de sus afiliados y de impedir que se comporten como lo que jurídicamente son: sociedades anónimas con los mismos derechos y deberes que cualquier otra empresa. Ni siquiera logra imponer un modelo de explotación de los derechos televisivos, aunque sea copiando fórmulas de éxito de otro países. Quejarse de agravios, cuando la deuda total del fútbol ronda los 4.000 millones de euros, de ellos, casi 700 a la Seguridad Social y a Hacienda, o sea al mismo Estado al que pretenden chantajear, es un sarcasmo. Ahora ya no vale comprometerse a pagar en cómodos plazos, después de haberlos incumplido reiteradamente, cuando la Administración puso en marcha sendos planes de saneamiento del fútbol en 1985 y1991, mediante los cuales se les condonó a los clubes 50.000 millones de pesetas de la época. También entonces hicieron propósito de enmienda y fue otra tomadura de pelo.
Si tuviera vergüenza, el fútbol cerraría el pico y haría mutis con las orejas cachas. Pero la mayoría de sus directivos son así de chuletas... con dinero ajeno.
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