En el palco de Old Trafford, pegado a una esquina, el Manchester ha puesto un coqueto árbol de Navidad con todo tipo de adornos. Sólo falta el regalo principal que tanto United como Valencia persiguen: el primer puesto del grupo. Tanto uno como otro equipo pueden presumir de haber cumplido con los deberes en esta Champions que esta noche cierra su fase inicial. Los dos están en octavos, entre los 16 mejores equipos del continente. Al cuadro británico esta situación le viene casi de 'fábrica'. A los blanquinegros, en cambio, la clasificación para la siguiente ronda les supone un premio a su constancia y buen hacer.
Pero el regalito que unos y otros ya tienen en su poder aún se puede endulzar todavía más. Quedar primero de grupo no es algo baladí y menos cuando cualquier matiz en Champions lleva de fondo el sonido del dinero. Para el Valencia, quedar por delante supondrá ganar otros 800.000 euros por la victoria (condición indispensable ya que está tres puntos por debajo en la clasificación pero con mejor golaveraje general), pero a eso hay que añadir dos cuestiones de igual o más importancia.
Por un lado, tanto el saber que se cruza con un segundo y asegurarse también el factor campo de cara a la eliminatoria de octavos y, por otro, el hecho del golpe brutal anímico que supondría para este equipo y también para su entrenador lograr una victoria en Old Trafford. Nunca el Valencia lo ha logrado; dos empates (1-1 y 0-0) lo aproximan a la gesta.
Estadísticamente, el Manchester presume de que en estos cinco partidos disputados en esta Champions nadie le ha hecho un solo gol. Pero también es verdad que su balance se puede observar desde otro punto de vista: sólo ha podido marcar seis, cifra que ha pulverizado el equipo de Emery (14). La trayectoria de los reds ha sido interesante y sólo el Rangers ha sido capaz de arañar un empate a cero en un escenario de tanto prestigio como Old Trafford.
El Valencia, como ha demostrado en esta fase de grupos que hoy termina, es muy superior al campeón escocés pero una cosa es la teoría y otra bien diferente el resultado del cóctel de esta noche. Ahí influyen ingredientes como la adaptación al frío (el entrenamiento de ayer comenzó con tres grados bajo cero y una intensa niebla), la presión que ejerza el graderío sobre los jugadores, la elección del sistema y jugadores que escoja Emery y por último la valentía del árbitro.
Con la resaca del Santiago Bernabéu todavía en el cuerpo (David Albelda fue ovacionado por los aficionados cuando entró en el avión), el equipo blanquinegro ya demostró en el partido jugado en Mestalla que no mereció recibir el gol de 'Chicharito' Hernández que, a la postre, decidió el desenlace final de aquel encuentro.
El Valencia que hoy salte a Old Trafford no será el que Unai Emery considera más potente. Saber qué sistema empleará el técnico es toda una incógnita, pues puede retocar el habitual 4-2-3-1 (cada vez que ha visitado el campo de un grande lo ha hecho) e incluso dar un matiz mucho más conservador a ese esquema si por detrás de Aduriz pone a Tino Costa como ocurrió en el Santiago Bernabéu.
Pase lo que pase, el Valencia sabe que su papeleta está ya metida en el bombo que el próximo día 17 dictaminará con qué equipo se la tiene que jugar a doble partido para alcanzar los cuartos de final de la máxima competición continental. Eso sí que sería la bomba. Uno de los sueños que el máximo responsable de la entidad, Manuel Llorente, suele tener cuando comparte vivencias con su vicepresidente, Javier Gómez.
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