La rivalidad entre Valencia y Villarreal vive hoy su máxima expresión con una eliminatoria de Copa del Rey llamada a hacer historia. Y Mestalla tiene más ganas que nadie de que se quede en casa. Como aquel doble compromiso de 2004 en la UEFA que le abrió las puertas de la final al Valencia. Entonces se celebró por lo alto. Nada que ver con lo que sucedería ahora. Ya no queda ni rastro de aquella ´germanor´. La rivalidad entre los dos clubes ha crecido con el paso de los años y la relación entre equipos y aficiones se ha convertido en irreconciliable. Sólo hay que recordar el último partido de Liga para imaginarse como van a ser estos 180 minutos que nos esperan. Allí hubo tensión, polémica arbitral con expulsiones y lluvia de tarjetas, pique de entrenadores, rifirrafes entre los jugadores, pancartas hirientes, maltrato a los aficionados del Valencia en la ´jaula´ del Madrigal, bronca en el palco... y reparto de puntos. Esta vez será imposible. Sólo uno pasará a cuartos de final. Los números dicen que el Villarreal llega en mejor estado de forma futbolística, pero en las finales no hay favoritos. Y la de esta noche es una final. De nada valen las sensaciones deportivas, ni el dinero. Como ayer decía Emery, «el Villarreal tiene un potencial económico que ahí está, pero la historia y la afición son del Valencia».
La ´chinita´ que ayer le mandó el técnico vasco a los castellonenses es el último capítulo de una rivalidad que va a más. No tiene techo. Quedó clarito en el último partido en El Madrigal. Aquel 20 de noviembre saltaron chispas por todos partes. En el césped, hubo rifirrafes entre jugadores y Stankevicius fue castigado de forma injusta con una expulsión y el equipo acabó frito a amarillas. En las gradas, la afición salió con la sangre hirviendo después de ver algunas pancartas y escuchar cánticos hirientes y, sobre todo, sentirse maltratado en la ´jaula´. Hubo lío hasta en el palco. Allí Paco Roig insultó a Manuel Llorente e intentó agredirlo y tuvo que ser Fernando Roig, presidente del Villarreal, el que pidiera disculpas. Pero aún hubo más. Juan Carlos Garrido le negó el saludo a Emery a la finalización del partido, aunque el técnico groguet dijo públicamente que no se dio cuenta de su presencia. Un rosario de historias que nadie ha olvidado y que convierten este doble partido en algo más que una eliminatoria.
Por eso jugarán los mejores. Ni Emery ni Garrido están dispuestos a dar concesiones en sus once titulares. Jugarán los mejores, porque no hay mejor regalo para las aficiones y los clubes que acabar el año dándole un disgusto al vecino y encarrilando esta eliminatoria bomba. Pase lo que pase esta noche, la rivalidad deportiva entre el Valencia y el Villarreal seguirá siendo más grande. Aunque pase lo que pase, la afición y la historia seguirá estando de lado del Valencia.
http://www.superdeporte.es/valencia/2010/12/21/historia-aficion/114692.html
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