Lo que hace menos de un año despertaba optimismo y que con el paso de los meses se ha ido transformando en prudencia, en las últimas fechas ha ido virando sensiblemente hasta el punto de que ya se contempla incluso la posibilidad de recibir una versión negativa. Se trata del paquete de acciones del Valencia que en la última ampliación compró la Fundación y que tenía como destino la venta entre los aficionados, primero en una ronda a los que querían comprar un mínimo de 50.000 euros y en segunda ronda dedicada al resto ya minoritario. Tanto para unos como para otros había que recibir la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que ya se encargó en un primer momento de tumbar esa primera iniciativa destinada sobre todo a los compradores importantes (en su caso no hacía falta el famoso boletín en el que se recoge la situación financiera de la sociedad).
Durante todos estos meses, el Valencia ha ido aportando de manera precisa e incluso mediante una auditoría toda la información económica de la entidad para que desde la CNMV se tuviera todos los argumentos posibles ya que hay que tener en cuenta que es la primera vez que una sociedad deportiva se ha necesitado un permiso de estas características. La Fundación siempre abanderó que los 73,7 millones de euros (pidió un crédito de 75 a Bancaja) desembolsados para comprar acciones fue, además para asegurar el éxito de la ampliación, con el fin último de democratizar la sociedad.
Ahora, en el club se está a la expectativa porque se cree que la CNMV se pronunciará en breve, «antes de este verano ya lo tenemos que saber», explicaba ayer un miembro de la Fundación. Lo que no se tiene tan claro es que se vaya a recibir la aprobación. En ese caso, no se atreve nadie a pronunciarse ni en un sentido ni en otro, y eso es precisamente lo que marca la diferencia respecto a meses anteriores, donde se daba por hecho el éxito de toda la planificación que se llevó a cabo el verano pasado. «Está muy difícil y si no nos autorizan, no podemos hacer nada porque lo habremos intentado por todos los medios», asume resignado el mismo patrono valencianista.
A todo esto, no hay que olvidar tampoco que es el Valencia el que inyecta dinero a la Fundación que en 2014 tiene que haber devuelto a Bancaja la mitad del crédito y un año después la otra mitad. La Fundación recibe una inyección económica anual del Valencia, dinero que lógicamente viene también a satisfacer los intereses que se pagan por el préstamo (el euribor más el 3,5).
Lógicamente, este es uno de los numerosos frentes a los que el Valencia tiene que acudir justo cuando se lleva camino del primer año de mandato de Manuel Llorente al frente de la sociedad. Este consejo de administración, que contó con el apoyo de los votos de la Fundación, recogió el club con 547 millones de euros de deuda, cifra que el verano pasado situaba al Valencia en la segunda posición del ranking en la lista de clubes deudores, que tenía al Real Madrid a la cabeza y al Atlético en tercera plaza. El informe elaborado por el profesor José María Gay de Liébana produce ciertamente escalofríos por el nivel de endeudamiento general que hay en los equipos de fútbol.
El Valencia, no obstante, con esta nueva política de gestión, se ha apretado el cinturón y calcula que la deuda se ha rebajado en unos 102 millones de euros, gracias al dinero ingresado en la de la ampliación de capital (92 millones) y los 23 millones que se han arañado por los recortes en todas las partidas, si bien hubo que pagar 13 millones a Soler para recuperar una de las torres del viejo Mestalla.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-05-25/valencia-optimista-cnmv-20100525.html
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