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ORGULLO

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martes, 17 de noviembre de 2009

El nuevo estadio peligra

El Valencia quiere jugar en el nuevo Mestalla en cuanto haya gradas y césped, aunque para eso todavía quedan 18 meses de trabajo. El proyecto sufrirá su cuarto aplazamiento si no está en verano de 2011
El tiempo vuelve a apremiar. El Valencia debe negociar a contrarreloj con la UTE (Unión Temporal de Empresas) a la que adjudicó la construcción del nuevo estadio. Todavía se necesitan 18 meses de trabajo para que el coliseo pueda acoger un partido oficial de fútbol, aunque sólo sea con gradas y césped, sin la cubierta y los elementos accesorios. El club tiene previsto iniciar la temporada 2011-12 en Corts Valencianes. Para cumplir ese objetivo, los trabajos deberían retomarse antes de marzo.
La dirección de la obra da una horquilla de entre 14 y 18 meses para que el estadio esté en condiciones mínimas para albergar una competición oficial. En ese tiempo, más cercano al año y medio, el nuevo coliseo, aunque incompleto, ya ofrecería mayores prestaciones que el actual Mestalla.
El plazo para acabar las obras variará en función de los acuerdos a los que lleguen el club y las constructoras, pues depende en gran manera de las calidades.
Valencia y la UTE formada por FCC y Bertolín negocian a destajo. La entidad blanquinegra sabe que no puede afrontar el proyecto mientras no tenga mínimas garantías económicas y las empresas, por su parte, no desean perder dinero en la construcción del estadio.
La paralización de los trabajos les está suponiendo unos sobrecostes que según fuentes de la dirección de las obras no son demasiado elevados. Pero existen. El vallado del estadio, la maquinaria que sigue en el solar y la vigilancia para evitar actos vandálicos, así como mantener unas oficinas abiertas en el solar de Corts Valencianes. Todo ello supone a las empresas que conforman la UTE un desembolso económico.
Condenados a entenderse
Y ahí estriban buena parte de las desavenencias entre el club de Mestalla y las constructoras. Ambas partes valoran actualmente ese sobrecoste. Están condenados a entenderse, porque a unos y a otros les interesa el reinicio de los trabajos cuanto antes.
A Bertolín y a FCC, retomar las obras les supondría dinero en metálico, el bien más preciado por las constructoras. La UTE paralizó los trabajos en marzo de 2009 (curiosamente justo un año antes del mes tope para retomarlos), cuando el Valencia dejó de pagar 50 millones en varias mensualidades. El club, que ya ha costeado 130 millones, debe abonar ahora unos 180 después de haber abaratado el estadio en 40.
Para convencer a las empresas constructoras, la entidad blanquinegra necesita el dinero líquido, pero también llegar a un acuerdo sobre los sobrecostes. Si a la UTE le interesa retomar las obras, al Valencia también.
En el caso de la entidad presidida por Manuel Llorente, hay varias razones de peso. Una de ellas es el orgullo. Pero la verdadera motivación es la económica, que coloca al Valencia en una encrucijada. Por una parte, para retomar las obras el club precisa un préstamo de 180 millones. Pero es que, si no acaba el proyecto, vería cortada de cuajo una de las opciones para abordar la deuda.
El Valencia tiene previsto vender las parcelas de Mestalla, en el cálculo más optimista, por 350 millones de euros. Además, la entidad blanquinegra, tras la llegada de Llorente a la presidencia, se fijó finales de 2011 como fecha tope para cerrar una operación.
Pero para poder sacar al mercado los terrenos, el club necesita tener un producto que ofrecer, un activo líquido. Ahora cuenta con un solar en el que un equipo juega a fútbol como local. Eso sí, el suelo ya fue recalificado en su día a urbanizables, principalmente de uso residencial.
Traslado necesario
El Valencia necesita, por lo tanto, trasladarse cuanto antes, pero ya se ha visto obligado a aplazar la inauguración del estadio en tres ocasiones. En un principio, el club tenía previsto inaugurar el estadio el pasado verano para empezar la presente temporada en el nuevo coliseo.
Pero desde un principio, los plazos empezaron a incumplirse. Las constructoras ralentizaron las obras en cuanto el Valencia empezó a pasar apuros para pagar. Primero se dijo que el estadio no estaría en verano y se retrasó la inauguración a final de 2009.
Posteriormente se ofreció un nuevo plazo, mucho menos optimista. El Valencia previó inaugurar su nuevo estadio en verano del próximo año. La última fecha oficial fue verano de 2011. Y en esas están: nadie quiere hablar de alargar más en el tiempo la inauguración, pero para ello necesitan convencer a la UTE de que retome los trabajos cuanto antes.
Como mucho, el Valencia tiene cuatro meses y con las navidades por delante. Por lo menos, y según los expertos consultados, hay un motivo de tranquilidad: la obra no va a sufrir desperfectos por el hecho de estar paralizada.
Desde el Colegio de Arquitectos indican que este tipo de paralizaciones se suelen realizar «con cordura», con la idea de retomar las obras. Eso sí, matizaron que arrancar de nuevo supone principalmente tiempo, el necesario para volver a organizar el trabajo.
Paralización progresiva
Fuentes de la dirección de la obra confirmaron que la paralización del nuevo estadio se realizó de una forma progresiva. Dos meses antes de que trascendiera, la UTE ya había tomado la decisión. La estructura podría estar años a la intemperie sin sufrir daños. No quedan hierros al descubierto y el hormigón es de alta calidad, especialmente fabricado para el estadio.
El material tiene una altísima concentración de cemento y en el vibrado (relleno del molde) se ha sido escrupuloso para que no haya ninguna posibilidad de que el agua pueda llegar a la forja metálica.

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